Pese a que se construyó por orden de Gausfred II de Rosellón en tierras del conde Ponce I de Empúries en 1050, en la montaña más alta de la Albera, para controlar las tropas enemigas, con su derrota de la guerra de Requesens pasa a manos de los Rocabertí.
Se reconstruyó con estilo medieval entre 1890 y 1899. Es un castillo con tres murallas, torres redondas y cuadradas, patios y escalinatas de piedra, que se encuentra abandonado. Para visitarlo hay que hacer una excursión a pie a la localidad de Cantallops.
Un recorrido como de una hora subiendo por un sendero poco complejo y con señalización debida. Es un paseo muy bonito por una zona de bosques de alcornoques, pinos y castaños, cruzadas por riachuelos con gusto picante por su alto contenido de hierro. Los monolitos del Puig Rodó y Coll de Medas son evidencias de épocas remotas.
Curiosamente, el paseo se hace en un trayecto circular, al descender por otro camino. En una de las curvas se puede ver el castillo a la distancia, una imagen increíblemente hermosa de la época neo medieval, que es bien cultural y patrimonio catalán desde 1993.
Este castillo impactante, en su parte baja tiene sus primeras defensas y cuadras de caballerizas y hospital. Al entrar, sorprende su construcción con laberintos, pasillos, salas, habitaciones, patios y cocinas que pueden hacer perder a los visitantes, donde existe la leyenda de que habitaban la mujer e hijas del dueño y señor de Pirineo, un gigante siete veces más alto que la torre más alta.